Capítulo 6: Eficientemente ineficaz

Dicen que los navarros somos cabezotas, que si se nos mete algo entre ceja y ceja puedes darte por acabado. Dicen, que si creemos que tenemos la razón, no hay forma de hacernos cambiar de opinión y seríamos capaces de moldear los polos de la Tierra solo para que nadie nos contradiga el hecho de que es redonda. Bueno, no seré yo quien lo desmienta, pero si añadiré que esta fama (puede que ganada) no es solo propia de está región y debería ser ampliada a pueblos más norteños, véase Alemania. La diferencia entre Sanfermineros y Oktoberfestianos radica en que ellos saben venderse y nosotros no.

Si intentas convencer a un Navarro de que el método que emplea no es el más apropiado, probablemente te responda "anda muete, ¿sabrás tú más que yo o qué?" o "no me toques las narices, que te suelto una chapada". En cambio, si tratas de hacer esto mismo con un alemán, te hablará de la importancia de la eficiencia; te dirá que el procedimiento no se lo ha sacado de la manga, sino que busca obtener el máximo y mejor rendimiento utilizando el menor número de recursos posibles. Y claro, con esta serie de argumentos, parece que su razón no necesita tocar ningún polo para ser irrefutable y nos dejan a los primeros de catetos testarudos.
En esencia se trata de lo mismo, ambos encerrados en sus respectivas mentalidades. Pero nosotros ampliando el radio al resto del páis, pobres víctimas de la prima de riesgo, la inflación, el desempleo y todos estos términos que hoy en día nos son más familiares que un salario mensual, no hacemos otra cosa que agachar la cabeza ante el superior raciocinio alemán y su mejor educación, menor tasa de paro, mejor nivel de inglés, etc. Porque por algo ellos son una potencia económica y nosotros una economía a potenciar.

Quiero aclarar, que a pesar de que saque a relucir el tema económico, no quiero hacer referencia al conjunto del país como una entidad única, hablo de cada uno de los individuos que lo conformamos. Es un gobierno lamentable tras otro lo que nos ha llevado a estar donde estamos y, aunque también se que están ahí porque "nosotros" hemos querido, no concibo que se nos pueda achacar el "haber vivido por encima de nuestras posibilidades". Nuestra situación ahora es lamentable y la gestión de esta aún más si cabe, pero creo que como ciudadanos particulares, no tenemos motivo alguno por el que bajar la cabeza ante nadie, por muy grandes que sean los números rojos de nuestro estado.

Todo esto viene a partir de que hace algunas noches, la señora de la familia, tuvo un par de quejas: la primera fue que no entendía por qué los platos, tras haber estado en el lavavajillas, salían aún con restos de comida. La segunda, que no hacía falta que los aclarase antes de meterlos en la máquina. Ante esta última, como comprenderéis, intenté hacerle ver que era la causa de la anterior, a lo que me vino con lo ya nombrado:
No tiene sentido tener un lavavajillas, si tenemos que aclarar los platos antes de ponerlos en él. No sería eficiente.

Así que continuó con la tarea de inspeccionar cada objeto que sacaba de la máquina escupe agua y jurando en arameo cuando veía un fideo de la noche anterior. Yo por mi parte sigo en mis trece y aclaro los platos si el ojo de Sauron no está encima; será porque soy de Navarra.
To be continued...


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