Capítulo 2: Primer curso de alemán y el giro argumental.

girar.
(Del lat. gyrāre).
6. intr. Desviarse o cambiar con respecto a la dirección inicial.
~ giro argumental
1. m. vuelco abrupto e inesperado en la situación descrita. Estos giros cambian dramáticamente el objetivo de los personajes.

Me encantan los giros argumentales, sobre todo en las películas. Adoro ese momento en el que se te cae la palomita de la boca porque la tenías abierta de par en par. Como la primera vez que vi "Abierto hasta el amanecer" (la del 95, de las otras ya escribiré en otro momento). No quiero "spoilear" a nadie, así que solo diré que el momentazo de Salma Hayek, hizo que repitiese la escena tres veces.

Una vez explicado y cubierto la segunda parte del título, podemos pasar a los hechos que nos ocupan: Mi primera clase de alemán.
Empecemos por el principio, poniéndonos en situación: Mi casa actual está en Saarlouis y el curso al que asisto en Saarbrüken (entiendo que no os suene de nada, dejémoslo en que ambas se encuentran al sur del país y están a unos 25 minutos en tren). Para poder desplazarme, existen dos de opciones:


1. El coche: descartada, no se conducir y me parece temerario lanzarme a las autopistas germanas sin tener ni idea.

2. El tren: fácil, cómodo y relativamente rápido. El único contra es que la estación está a un buen cacho de mi casa, distancia que debo recorrer andando, pero andar es bueno.


Ahora toca informarse de dónde está y cómo llegar a la academia: Sin problema, mi familia me dio toda la información (horarios de salida y llegada del tren, número de autobús que coger, nombre de la calle donde está la academia...). Así que marché, rumbo estación.
Una vez allí, me encontré con que Saarbrüken era más grande de lo que esperaba, con lo cual me entró cierto agobio del estilo "no conozco el sitio, ni el idioma y esto es enorme". Pero bueno, no íbamos a echarnos a atrás tan pronto, así que fui en busca de la parada de autobús.
Sin mayores altercados, llegué a mi "destino final" y para mi sorpresa, nada más bajar vi una puerta muy grande en la que ponía "VHS Zentrum"; alabado sea Morgan Freeman! Ahí tenía que ir según mi papelito.

Entré en el edificio e, imaginaos mi cara, cuando me topé con un salón bastante grande, lleno de mesas muy bien montadas con manteles blancos, un servicio de catering de lo más arreglado y un grupo de señor@s trajeados. Yo, que soy una persona muy perspicaz, me di cuenta de que eso no podía ser lo que yo buscaba y bajo mi cara de "qué hago yo aquí" y mis pintas de lo mismo, me dirigí a uno de los camareros que, por suerte, hablaba inglés. Le pregunté si sabía algo de un curso de alemán que, supuestamente, se impartía allí y se me quedó mirando como si se me hubiese ido la cabeza, pero de forma muy agradable, me llevó a una sala en la que se encontraba una especie de Indina Jones de biblioteca pasado de años. Este segundo sujeto, me dijo que me había confundido de edificio, y me señaló por la ventana el lugar al que debía dirigirme; en el que encontraría un tablón con la información de los distintos cursos del día y las aulas.
Perfecto, fallo mío, el VHS Zentrum no está donde pone "VHS Zentrum", pero no pasa nada, ahí fui.

Me dediqué unos minutos a mirar el panel, sin obtener nada últil; no aparecía ningún curso de alemán para principiantes. Ya con la mosca detrás de la oreja, pregunté a una señora que entraba en ese momento si podía ayudarme, a lo que esta me respondió ignorándome y poniendo cara de enfado (aquí se me cayó un mito sobre las buenas formas de los alemanes). Por suerte, a los pocos segundos, entró una chica que, muy amablemente, empezó a buscar entre folletos, cuadernos y demás, dónde se impartía mi curso.
Llegados a este punto, permitidme que
rescate la segunda parte del título
 
Pasaba el rato y la muchacha no para de repetir "Uhm, really strange", lo cual no me daba mucha seguridad y mi mosca zumbaba cada vez más. Tras estar conmigo alrededor de veinte minutos, revisando todos y cada uno los lugares donde podía encontrar la información, llegamos a la conclusión de que, ese curso que venía buscando, no estaba. Así que volví a la estación, donde vi que el siguiente tren pasaba en dos horas.

Como ya he dicho, me encantan los giros argumentales en el cine. En la vida real, en el momento en el que de repente me vi tirada en Saarbrüken, sin curso, sin saber alemán y con dos horas de fresca noche por delante, pasaron unos segundos en los que me hubiese hecho bicho bola en una esquina de la estación para ver pasar el tiempo.

Pero, una vez más, volví a recolocar mi estómago y me di cuenta de que tenía dos horas para explorar la ciudad. Con lo que me puse a andar, sin un rumbo fijo, a ver que encontraba. Aquí acabó por rematarse el día: al doblar una esquina, me encontré con una "manifa": un grupo de personas, creo yo en su mayoría de origen sirio, protestando contra la guerra (esto lo supongo también, porque aunque no entendiese gran cosa de lo que gritaban, una manifestación a favor de una guerra no la veo clara). Pero aquí no acaba, porque esto tampoco es nada del otro mundo, conforme la columna avanzaba, cada vez había más y más personas (no diré que había miles, ni mucho menos, pero alrededor de unos 100-150 si que daba la impresión) con pancartas, carteles y, aquí viene lo bueno, antorchas.

Así que ahí me vi, en mitad de una manifestación con gente con cara de pocos amigos, gritando en alemán a unos niveles interesantes y fuego de por medio.

Con todo esto, decidí que lo mejor que podía hacer era volver a la estación, comprarme un croissant y esperar a que llegara mi tren. Y eso hice.
Por suerte, los siguientes acontecimientos se desarrollaron con total normalidad. Volví a andar los 2 kilómetros -cuesta arriba- hasta mi casa y le dije a mi querida hospedadora (que me miró con cara de "pero qué haces aquí tan pronto y jadeando como un perro asmático")  que no había curso. Me metí en mi habitación y me dije "mañana será otro día".

Y vaya si lo fue... Empezó con la señora pidiéndome disculpas porque se había equivocado, no era ese día sino el anterior y siguió con To be continued...

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