Capítulo 3: Presentaciones y autobuses desconcertantes

Yo, como animal político según Aristóteles, ser que piensa según Descartes y que ríe según Rabelais, he descubierto mi pilar simbiótico. Bueno, más que descubrirlo, me lo presentaron en una reunión más que premeditada, una especie de "amistad concertada" con la cual estoy más que contenta.
Para no revelar su verdadera identidad (aunque no sea Batman, se merece cierta privacidad) pasaré a referirme a ella como "Srta.Salá". Las razones de este seudónimo, por ahora quedan tras el velo del misterio y quién sabe si algún día saldrán a la luz.

Una vez hechas las presentaciones, vamos a la anécdota de la semana: Como cada domingo, la Srta.Salá y yo, fuimos a Saarlouis city a pasar el día. Esto consiste en comer, beber, despotricar sobre lo que nos ha ido pasando y dar un paseo si se tercia. Puede parecer una tontería, pero solo por ello, ha pasado de ser el día muerto de la semana, en el que estás de resaca y agonizas por la llegada del lunes; a un día precioso, sin obligación alguna, en el que recupero años de vida y descargo todo lo acumulado.
Este en concreto, era un domingo bastante alemán. Así, nublado y poco amigable. Anunciaba que iba a haber lluvia desde que miré por la ventana nada más despertarme. ¡Pero daba igual! Porque los domingos son bonitos. Así que, con nuestro mejor ánimo, marchamos a Saarlouis(4 kilómetros a pie desde mi casa, más o menos).



Todo fue bien, hasta que a eso de las 6:30 de la tarde, como ya venía avisando, empezó a llover al estilo irlandés, que viene siendo agua hasta el punto en el que esperas ver a "Moisés en su arca". Por suerte la cosa amainó al rato, con lo que decidimos aprovechar para ir a la estación de autobuses y volver a casa resguardaditas en uno de los armatostes de metal.

La srta.Salá, que es muy apañada, venía de casa con la lección aprendida y sabía que el bus que teníamos que coger era el 437 y, casualidades de la vida, ahí estaba cuando llegamos a la estación. Viendo que el señor conductor arrancaba motores, nos tocó correr y, siguiendo con la belleza de los domingos, llegamos antes de que marchase para no volver. Pero la vida no es todo color de rosa amigos:

 Traducción alemán-castellano de la conversación de la Srta.Salá con el hombre que iba al volante.Diré que en el cartelito del vehículo ponía, claramente, "por Roden".

-¿Este es el autobús que va a Roden?
-No.
-¿No?
-No, el de Roden pasa en unos diez minutos.
-Ah, vale, gracias.

Y ahí mutó nuestra cara: al igual que con el VHS Zentrum, el autobús que según la pantallita iba hacía Roden NO iba hacia Roden. Así que ¿Cuál sería el que SI nos dejaba en casa?

Una de las cosas interesantes que tiene el salir de casa, es que a veces no sabes volver a esta. En esas situaciones, creo que lo mejor es reírse. La risa es buena, la risa es bonita. En nuestro caso, era ese tipo de risa nerviosa que viene a decir "ya tenemos qué contar hoy, pero por favor que este sea el bus correcto". Con este panorama, nos vimos convertidas en la especie universal de: el turista perdido. Puedes sentir la tensión en sus cuerpos, hueles su miedo y ves la inseguridad en sus caras al no saber en qué parada tienen que bajar (si es que tienen que bajar en una). Visto desde la distancia, es un espécimen gracioso, digno de fotografiar; pero cuando te ves en su piel, dan más ganas de usar el móvil para mirar google maps que para hacerte un "selfie".

Por suerte para nosotras, como ya he dicho en incontables ocasiones: era domingo. Así que el segundo conductor si pasaba por Roden y, con más o menos acierto a la hora de elegir parada, conseguimos llegar a casa y cumplimos nuestro cometido del día como seres sociales, que ríen y piensan.

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