Capítulo 12: La popu del cole

He de confesar que yo nunca he sido de las populares del cole. Supongo que se debe a que en mi época de primaria Star Wars, Indiana Jones o el Agente 007 no te llevaban al estrellato social, aunque no entiendo por qué.

El caso es que unos diez años más tarde, aquí vengo a contar cómo hace unos días me convertí, por unos momentos, en el centro de atención del patio.Y no, no fue por mis amplios conocimientos en los duelos de espadas láser, ni por saberme fotograma a fotograma  Indiana Jones y el templo maldito, fue algo mucho más sencillo: era la novedad.

Tras una serie de estudios antropológicos, he llegado a la conclusión de que no hay cosa que acapare más la atención de un grupo de niños, adultos o bien un pueblo entero, que aquello que se presenta como nuevo ante sus ojos. Y eso era yo el pasado jueves: la chica a la que nadie conocía.

Pero empecemos por el principio. Iba yo feliz cual perdiz caminando por las, ligeramente, frescas calles de la capital Alemana. Me dirigía al colegio de los niños para recoger al pequeño y llevarlo junto con su hermano, que estaba en una cafetería cercana celebrando una especie de fiesta navideña con sus colegas. El caso es que cuando llegué, el muchacho estaba jugando en el patio y como aupair enrollada que soy, me hice a un lado y esperé a que terminase aquel  apasionante encuentro futbolístico. Desgraciadamente, el rival tuvo que marcharse a los pocos minutos y, como aupair enrollada que seguía siendo, decidí que sería un buen momento para demostrar mis dotes como deportista.

Las normas de aquel partido eran algo peculiares. Por ejemplo, mi contrincante podía coger el balón con sus manos cuando quería y si a él le parecía oportuno, podía declarar penalty aunque ni siquiera le hubiese soplado. Pero son los gajes del oficio y las consecuencias de apuntarte a un partido contra una criatura de 6 años. Pero lo interesante vino cuando empezó a haber afición. Al principio no eran más que un par de amigos a los que se ve les parecíamos algo digno de observar.
Pasaron unos minutos hasta que la dueña de la pelota con la que disputábamos aquella especie de final de champions apareció para llevársela. Mas mi querido compañero no tenía muchas ganas de marcharse, con lo que decició que era el momento perfecto para jugar a una especie de pilla-pilla en el que solo me la paraba yo. Esto resultó de lo más gracioso para nuestros dos espectadores que, al poco tiempo, se acercaron para preguntar si podían jugar.
A partir de aquí los hechos dejaron de seguir una línea racional. De pronto, no se cómo, dejamos el tula y pasamos al interrogando a la aupair.

Mi chavalín, muy orgulloso, les contó a nuestros nuevos amigos que yo "tenía 20 años, hablaba español, inglés y alemán y por las noches hacíamos luchas de almohadas con su hermano". Recalcó mucho lo de los 20 años ya que había que ser muy valiente para enfrentarse a alguien tan mayor en una pelea. La cosa empezó a irse de madre cuando a estos dos, se les unieron otros siete, entre los que se encontraba el Rey de los Cotillas, que pasó a hacerme un cuestionario al que solo le faltaba la sala de interrogatorios.

"Sois hermanos? Porque os parecéis". "Ah, eres su niñera, Y cobras por ello? Cuánto?". "Tienes 20 años? No lo parece, yo te echaba 18".

Y así una retahíla de preguntas que mantuvieron a mi interrogador y al resto de espectadores (cuyo número era cada vez mayor) entretenidos durante lo que para mi fue una eternidad. La imagen era la siguiente:
Yo contra la pared y mi niño al lado repitiendo una y otra vez mi edad y mis conocimientos lingüísticos, enfrente un semi-círculo de unos 15 chavales de entre los 9 y 11 años espectantes a saber más y más de mi y a lo lejos, las cuidadoras del patio, que miraban de lo más entretenidas.

Por suerte, antes de que empezasen a preguntarme por mi grupo sanguíneo, mi número de cuenta o si pensaba casarme por la iglesia o lo civil, la madre me llamó para preguntar si íbamos a la cafetería o nos había tragado la tierra. Así que con quizá más alegría de lo normal, cogí a mi colega a corderetas y márchamos más rápido que Flash.

He de admitir que me fui muy contenta viendo lo orgulloso que hablaba el muchacho sobre mi persona, pero supongo que una popular se nace, no se hace y claramente yo carezco de este gen. Mas no creáis que me importa, pues soy de lo más feliz rodeada de mis libros, pelis, anillo único y naves espaciales. To be continued...

¿Tienes qué aportar? ¡Comenta! ¿Te ha gustado? ¡Comparte! ¿Te parece un post horrible? Mejor no hagas nada.