Indignación educativa: ser o no ser

Estoy indignada y frustrada con la educación, hoy más que otros días quiero decir. Porque claro, es difícil que, viniendo de donde vengo, la olla a presión que es mi paciencia no esté a punto de estallar con temas como cierta reforma, métodos educativos del siglo pasado y otras muchas cosas. Pero hoy no escribo a causa de ninguno de los aspectos citados, estos quedan para otra ocasión, latentes, cocinándose a fuego lento hasta que empiece a silbar.

Estoy indignada porque hay ciertos asuntos a la hora de iniciar una vida universitaria que no entran en mi cabeza. Básicamente, no entiendo por qué no puedo estudiar lo que quiero.
Entiendo que sea necesaria una nota de corte: está claro que si la carrera X tiene 200 plazas y hay 300 aspirantes, la forma más justa para decidir quién merece y quién no estar dentro es teniendo en cuenta los conocimientos de estos que, hasta el momento, se representan con una cifra entre el 1 y el 14.
Lo que no alcanzo a comprender es que, aun estando lo suficientemente cualificada, haya otras cuestiones que entren en juego. Y aquí viene lo que me frustra; porque aunque me enfade, patalee, llore o baile claqué, por ahora no hay solución alguna.
No me explico por qué mis estudios se tienen que ver condicionados por la cantidad de dinero que hay en mi cuenta o la de mis padres. ¿A caso tengo más derecho a estudiar psicología si mis padres tienen un salario millonario que si son dos currantes mileuristas?
Me irrita que en mi ciudad, como quien dice, solo haya cuatro carreras en la universidad pública. Pero, una vez más, entiendo que en todos lados no pueden impartir todo, sigo con los pies en la tierra. Mi frustración reaparece cuando, por pertenecer a la familia que pertenezco, me veo obligada a elegir mi grado de la siguiente forma:  

1. Comprueba qué becas y/o ayudas corresponden con tu situación económica. ¿Has tenido suerte? Si la respuesta es si: enhorabuena, puedes pasar al paso 3. Si es no y el grado que te interesa no se imparte en tu universidad más cercana, lo siento, sigue el orden ordinario.

2. Haz una lista con las carreras que están a tu alcance. Descarta las que odies y quédate con las que menos te desagraden o, si tienes suerte, con las que te gusten.

3. Elige el grado que vas a estudiar.

¿No es ridículo que, si quiero hacer Telecomunicaciones, tengo la capacidad y tengo la nota suficiente, no pueda dedicarme a ello porque mi hucha no suena lo bastante? ¿No carece de sentido que aun teniendo vocación de veterinaria, habiéndome esforzado para alcanzar la calificación necesaria, tenga que estudiar Sociología porque tampoco me disgusta y es lo que me puedo permitir?

Podéis estar o no de acuerdo conmigo, podéis encontraros en mi situación o no, podéis indignaros conmigo o contra mi. Sois libres cual pajarillos para crear vuestra propia opinión al respecto. Solo espero (y podéis llamarme idealista) que algún día, llegue una generación que cambie las cosas y que el mundo no se pierda ningún gran publicista, arquitect@ o historiador(a) solo porque su economía no sea tan grande como la prima de riesgo de nuestro país.

¿Tienes qué aportar? ¡Comenta! ¿Te ha gustado? ¡Comparte! ¿Te parece un post horrible? Mejor no hagas nada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario