El outback es el enorme y abrasador centro de Australia, donde podemos encontrar muchas de las criaturas mortíferas citadas con anterioridad. Da la sensación de que salir de allí ileso es toda una hazaña. Pero no todo lo que habita en este lugar es un asesino en potencia, también existen animalitos inofensivos como mis amigos los dragones barbudos. ¿Por qué mis amigos? Pues bien, resulta que, además de convivir entre arañas y serpientes letales en uno de los sitios más duros del planeta, también lo hacen con nosotros en mi casa.
Pareja de lagartos barbudos (por si había dudas) |
El caso es que, este o no esté de acuerdo, ahí están, en el salón de mi actual morada. Son dos, no me preguntéis los nombres porque no tengo ni idea (algo largo en alemán). Tampoco se si son macho o hembra. Solo conozco su alimentación (lechuga y las hojas de las plantas de los dientes de león) y que tienen una constante e imperturbable cara de enfado. Por esta última razón, no me dan ninguna confianza.Me gustan los animales, pero con los reptiles no tengo una relación muy amistosa. Además, todas las mañanas me toca abrir el terrario para darles de comer. Tampoco es nada arriesgado, lo se, solo dejo las hojas troceadas, ellos ni se acercan y vuelvo a cerrar. Siempre tengo mucho cuidado para no dejar un hueco abierto, pero se ve que no todo el mundo lo tiene.
Hace unos días, se me planteó una tarde de viernes de lo más tranquila. Los dos niños tenían fútbol y se fueron hacia las 15:30 . Por su parte, la niña, había quedado con una amiga para hacer los deberes en casa y luego ir a tomar un helado. Todo era maravilloso, tranquilo, perfecto... Hasta que tuve la genial idea de volver a dar de comer a los protagonistas de nuestro relato.
Cuál fue mi sorpresa que, al llegar yo como buena samaritana con mi dosis de alimentos, me encontré la mampara abierta (no de par en par, pero si lo suficiente como para que un bicho de esos saliese sin mayor dificultad). Con cara de estupor y temiendo lo peor, dediqué unos minutos a observar el interior del terrario para comprobar que, como intuí, ahí no había lagarto alguno.
¿Qué hice? Correr escaleras abajo, encerrarme en mi habitación y rezar para que no hubiesen entrado en ella. Cuando hube mirado en cada rincón, empecé a evaluar la situación:
- No había nadie más en casa, nadie a quién pedir ayuda.
- Son tres pisos de vivienda, con muchos recovecos. Estos animales pueden trepar, cómo narices los iba a encontrar.
- Si por un casual daba con ellos, ¿qué iba a hacer?. Ni en broma los iba a coger, ¿hábeis visto como hinchan sus "barbas" cuando les da por ponerse agresivos? No me agradaba la idea, en absoluto.
- Daba la casualidad de que estaba chateanto con un amigo y él me dijo (a tono de broma entre otras muchas grandes ideas) que los buscase y, si los encontraba, les tirase una manta o algo encima. Está fue la que me pareció la mejor solución.
Marché escaleras arriba, cerré todas las puertas del salón a cal y canto y, como una Frank de la Jungla bastante torpe,empecé mi búsqueda. No sabía si estarían ahí o no, pero por algún lado tenía que comenzar. Miré por la zona del terrario, las cajitas con insectos, la mesa del comedor, bajo el armario... pero nada, como ya suponía no iban a estar saludándome, pidiendo que los volviese a encerrar ¿o si?
Por increíble que parezca, a pesar de tener tres plantas en las que esconderse y no ser encontrados durante bastante tiempo, estos adorables reptiles decidieron que el mejor sitio donde podían "ocultarse" era el sofá. Si señor, mirándome con cara de pocos amigos para variar. Así que siguiendo el consejo de mi colega y como si fuese Harry Potter con su capa de invisibilidad, les tiré una toalla encima. Se ve que esto les confundió y yo, armándome de valor, con mis propias manos los devolví a su zona de confort.
Desde ese día, tengo la paranoia de que, después de su pequeña aventura, van a ser capaces de abrir la mampara con una de sus garras, así que con una exactitud que ni un neurocirujano experto, cierro la puertecita sin dejar un solo resquicio de libertad. Espero que mi obsesión no les deje sin oxígeno. To be continued...
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