Y de repente tú

Hace unos días empecé un libro, "Designing for emotion" o haciendo una traducción más o menos aceptable "Diseñando para las emociones". Resulta que aquí una servidora es una curiosa, amante, friki o llámalo como quieras, del diseño web y, como creo que deja bastante claro el título, esta pequeña obra nos habla de cómo hacer que nuestras creaciones dejen de ser unos sitios estáticos y meramente funcionales para convertirse en algo más humano, que haga que la relación persona-ordenador intente asemejarse lo máximo posible a una relación persona-persona.

Pero no vengo a daros una chapa sobre los principios de los que habla el autor, que supongo que no habrá muchos interesados en el tema (aunque de ser así, ahí tenéis una lectura bastante interesante), vengo a hablar de un extracto que rescaté de una de sus páginas. Aquí os dejo una traducción que he intentando sea lo más literal posible:

"Me gustaría que parases por un momento y rememoraras con quién has tenido, recientemente, una conexión real. A lo mejor os conocisteis mientras paseabas, durante un evento, o quizás os presentó un amig@, y la consiguiente conversación fue atractiva, interesante, puede que incluso divertida. ¿Qué tenía aquella persona que hizo que la conversación fuese tan estimulante? Probablemente teníais intereses en común sobre los que discutir, pero no fue aquello lo que hizo de aquel encuentro algo memorable ¿verdad? Fue su personalidad lo que te condujo a él/ella, lo que guió la charla y te dejó con una sensación de excitación. Vuestras personalidades se fundieron en chistes compartidos, tono de voz, y la cadencia de la conversación. Esto hizo que bajaras la guardia y te hizo confiar en esta persona. Las personalidades fomentan la amistad y sirven como plataforma para las conexiones emocionales."

De todo esto, quiero quedarme con el concepto de "conexión real". Y pregunto ¿alguna vez has sentido este tipo de "feeling"?  No hablo de amor a primera vista ni nada de eso, no me refiero a una atracción romántica o sexual, sino al hecho de conocer a alguien con quien, de repente, hay un click, un fogonazo, una sensación de compenetración total.
Personalmente, solo recuerdo haberme sentido así una vez, pero me hubiese encantado coger esa emoción y guardarla en una cajita para poder volver a tenerla conmigo cuando quisiese. En mi caso nos presentaron y, a los pocos minutos, nos encontrábamos hablando y riendo como si nos conociésemos de toda la vida. No es que nos estuviésemos contando nuestros secretos más íntimos, de hecho era una conversación considerablemente banal, tonta y probablemente aburrida si no eras una de las dos. Pero, en efecto, no era el tema de conversación lo que hizo que me sintiese tan cómoda. Era como si fuésemos dos piezas de puzzle que encajan a la perfección, pero el dibujo que forman no tiene sentido, y ni siquiera importa.
Pasaron unos cuantos días y esta conexión siguió imperturbable, después cada una siguió su camino. Pero no es algo triste, ni melancólico, ni nada por el estilo; no se puede decir que eche de menos a aquella persona, pues nos conocimos durante a penas unos días, mas me hubiese encantado poder llevarme conmigo ese sentimiento de seguridad, de confianza, de entendimiento...

Desde ese momento, hay una pregunta que ronda mi cabeza cuando pienso en el tema: ¿cuáles son las posibilidades de encontrarte, en tu vida, con alguien con quien conectes de esta manera? ¿De tener una conexión real, desde el momento cero, con otro otra persona? A lo mejor yo tuve una suerte increíble, o a lo mejor estas cosas solo ocurren una vez durante nuestra existencia, o puede que el mundo esté plagado de individu@s que aguardan (ell@s también sin saberlo) a juntarse con nosotr@s...
Supongo que es esta incertidumbre, el desconocimiento total de saber si alguna vez podré volver a abrir esa cajita, es lo que hace que guarde este recuerdo con tanto ahínco y que, al menos para mi, sea algo tan especial.

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